Vivimos días, donde como sociedad, estamos sufriendo los estragos de una cultura de corrupción e impunidad, caminamos en un momento en los que ya no nos sorprende cada nuevo caso de algún funcionario público implicado en algún hecho delictivo, momentos como estos nos hacen pensar en la gran necesidad de que el evangelio sea predicado con más fervor, de que como cristianos hagamos un mayor impacto en nuestros entornos.

Alguien una vez dijo “Estoy convencido que si a este país no lo transforma la Bíblia no lo transforma nada”, como cristianos no podemos negar esta gran verdad, Dios revelado a través de la Biblia transformó y sigue transformando vidas y sociedades.

La misma Biblia dice en Santiago: “Pero yo les digo: «¿Cómo me mostrarás tu fe si no haces buenas acciones? Yo les mostraré mi fe con mis buenas acciones»”. Las buenas obras es la forma de mostrar nuestra fe, de mostrar lo que creemos y lo que gobierna nuestra vida en todo ámbito.

Se sabe que más del 70% de lo que comunicamos lo hacemos de manera no verbal y no podemos pasar por alto esta realidad, anhelemos que la Biblia llene cada esfera de nuestra sociedad, pero paremos unos minutos para pensar que nuestras vidas es la única Biblia que mucha gente lee, siendo conscientes de esto, que nuestras acciones muestren de manera intencional una fe verdadera, honesta, real y verdadera.

Romanos 12:21 nos dice que la forma de vencer el mal es haciendo el bien. Que nuestras acciones griten con más fuerza el evangelio de Jesucristo, un evangelio de buenas noticias de salvación, perdón, gracia, arrepentimiento, santidad y transformación.